lunes, 16 de junio de 2008

Laura Azcurra: “Vivimos preocupándonos en dos tiempos que están muertos… el pasado y el futuro”


Nació y se crió muy cerca de la magia de la actuación y los escenarios. Estudió todas las ramas de la actuación, canto y baile, entre otras disciplinas. Su debut actoral fue tan solo a los 16 años en un clásico del cine nacional, Despabílate amor.
Se define como una anfitriona de la vida, inquieta y curiosa de todo lo que le sume experiencia.
Todos los viernes interpreta a la Señorita Julia en el teatro Del Nudo junto a Carlos Kaspar y Maia Francia. Carajo-Mierda recibe a Laura Azcurra (27).


Por: Marshula Santa Eulalia

Estas haciendo Señorita Julia, una historia muy difícil de contar…
¡Es una obra re difícil! Tiene una muy sabia adaptación al Buenos Aires de 1957, eso la hace mucho más nuestra, porque sino quedaba en Estocolmo de 1888. Es una tragedia que empieza de una manera y termina de otra completamente opuesta. Transita todas las emociones habidas y por haber, eso la hace muy compleja.
Para una actriz es un laburo alucinante poder interpretarla, porque requiere de mucha concentración y mucho juego… creo que hoy por hoy una señorita Julia podría ser Paris Hilton.
Con esta obra estamos desde enero en el teatro Del Nudo y en julio nos mudamos al Belisario que es el teatro de Marcelo Savignone y ahí vamos a ir los sábados a las 21. Es verdaderamente una historia muy complicada…

Y más difícil aún porque venias de hacer monólogos de humor…
¡Claro! Eso era otra cosa. Cuando lo hacia en paralelo, me parecía fascinante tener por un lado todo el drama de Señorita Julia y por el otro De hombres, mujeres y clichés, una gran comedia… ¡me gusta eso! Me resulta mucho más divertido que la situación de hacer algo que ya más o menos conozco, siempre representa un desafío más interesante ahondar en cosas que no se muy bien de que se tratan.
En septiembre volvemos a hacer De hombres, mujeres y clichés.

¡Estudiaste de todo! Todas las ramas de la actuación, canto, baile… ¿Qué fue lo que más te ayudó en la carrera?
Disfrute de hacer todas esas cosas. La llave mágica fue la improvisación, la clave para el resto de las ramas teatrales. Me conectó con un juego, un nivel de impunidad y de creatividad que nunca había sentido estudiando teatro clásico. La improvisación es un nivel de exposición total, una entrega al cosmos absoluta, no existe nada de donde agarrarte, es el estado más puro que tiene el teatro… no hay dirección, vestuario, texto ni historia, montón de cosas que un actor requiere para encarnar un personaje. Todo lo tenes que crear, desarrollar y verlo claramente para que el espectador también lo vea. Tiene mucha técnica atrás, mi experiencia con el grupo Impronta fue genial, un laburo muy profundo y que me ayudó a vencer muchas limitaciones.

¿Y el flamenco? ¿Qué fue lo que te llevo a tomar clases?
Empecé a estudiarlo por curiosidad, cuando empezamos a grabar Campeones en 1998. Me gustaba la idea de bailar haciendo música, venia de tomar dos años de clase de tap y me parecía muy feliz el tap… y como yo soy muy feliz de la vida era como empalagoso ¡basta de felicidad! (Risas) El flamenco siempre me pareció muy teatral, tiene mucha profundidad…

Y pudiste volcarlo en los personajes que interpretaste en Soy gitano y Floricienta…
¡Sí! Eso fue genial y estuvo buenísimo, después también hice mis espectáculos de flamenco, además bailo mucho con mis primos payos. Pero el ambiente del flamenco es muy cerrado y ortodoxo… siento que tenemos que encontrar un flamenco nuestro, autóctono. Yo no puedo bailar como una gitana porque no lo soy, no nací en Andalucía y hay un montón de imágenes andaluzas, que puedo tener de los viajes que tengo a España pero no porque nací ahí. Es lo mismo que le pasa a un japonés bailando tango… puede bailar súper bien pero hay imágenes, sabores, colores que son de Buenos Aires y no los va a tener. Esas son pequeñas cosas que te construyen y te inspiran un baile. Me costó mucho tiempo entenderlo. Creo que por más que sea una danza con mucha raza y mucha etnia, inevitablemente hay que hacerle una adaptación porque es la mejor manera que hay para mostrar tradiciones.


En otro orden de cosas, fuiste mamá primeriza recientemente… ¿Cómo fue adaptarte a la maternidad?
¡Lo disfruté! No se nada de bebes así que aprendí todo con él. Voy siguiendo la intuición, estoy muy sola en la maternidad porque ni mis amigas ni en mi familia tienen hijos, entonces es un lugar de mucha soledad… que lo voy llevando como puedo.

Y en el amor, ¿Cómo esta el corazón de Laura?
¡Eso siempre esta bien! (Risas) Y más ahora teniendo el gran hombre de mi vida que es Marco Rossi, ya no me siento más sola, se que ahí voy a tener un gran compañero, obviamente salvando las distancias de lo que es la pareja de uno… pero sé que soy una compañera para Marco y él para mí y estamos en este camino juntos transitando, aprendiendo y viviendo la vida.

¿Qué cosas tiene que tener un hombre para atraerte?
Me atrae mucho que sean apasionados, el humor, la creatividad, su inteligencia. He tenido muchos novios muy inteligentes, por ahí no eran guapos pero eran tan inteligentes que me mataban de amor. Me atrae la independencia y libertad, es vital que el hombre con el que estoy tenga un mundo propio fuerte y formado, porque yo lo tengo. Creo que es una cualidad vital que tenga su mundo, yo el mío y encontrarnos para compartirlos… eso es maravilloso.

Nos enteramos que además de todo lo que haces ¡también estudias metafísica! ¿Cómo es eso?
Empecé en el año 2003 porque necesitaba encontrar respuestas que sola no encontraba y que el psicoanálisis tampoco me ayudaba a encontrar porque no tenían que ver con una cuestión de la cabeza. Además tenia una relación con un novio gitano y en ese momento la cabeza me decía una cosa y el corazón me decía otra. Vivía en esa contradicción sin saber a quien escuchar.
La metafísica me ayuda a moverme de donde estoy y a ver más objetivamente las situaciones, fundamentalmente a trabajar y desarrollar mucho mi intuición. Un don que tenemos desde que nacemos, no nos lo enseñan a usar y nos enseñan a abolirlo… si seguís la intuición es como que te miran raro. Creo que en este momento más que nunca tendríamos que estar conectados con nuestra intuición. El mundo esta pasando por un momento de crisis y me parece que nos esta dando la posibilidad de evolucionar para otro lugar. Pero también vivimos en un mundo donde el tiempo nos queda corto, todo tiene otro ritmo y mentalmente hay una necesidad imperiosa de ver el resultado de las cosas sin importar cual es la transición por la que uno pasa para llegar... vivimos preocupándonos en dos tiempos extensibles que están muertos que son el pasado y el futuro. Hay una frase que no recuerdo quien la dijo pero que era: “La construcción de un bello futuro se hace viviendo un bello presente” y por mi parte intento que todos los días de mi vida sean así.

¿Tenés ganas de volver a hacer tele?
La tele siento que este año esta un poquito mejor que el año pasado, hay más ficción. Tuve ofertas de laburo para volver a hacer tele, pero la verdad es que estaba con muchas ganas de estar con mi hijo, jugar con el, conocernos y adaptarnos. Ahora que tiene un año y medio creo que puede ser el momento de volver a entrar en la vorágine de laburar doce horas por día, que es lo que requiere la televisión. Siento que Marco ya tiene su “mini micro vida”, va al jardín, hace sus cositas y tiene como una rutina armada, por eso creo que ahora si podría entrar en el laburo de muchas horas.

http://www.laurazcurra.com.ar

Colaboración: Lula Ponce.-